Y es una venta en toda regla, concertando citas, haciendo la presentación e intentando que te compren. Pero llegados a este punto, esta venta en particular tiene un añadido que no tienen las demás: la sensación de estar permanentemente examinándose. Todos los días varias veces bajo la lupa, como un bicho raro (a veces creo que lo soy) que se lanza a montar una empresa con un presupuesto de inversión de 850.000 €.
Preguntas de todo tipo, inteligentes y menos inteligentes; miradas de aprobación y de reprobación; sonrisas displicentes, paternales, socarronas, y alguna incluso emocionada; pero sobre todo sorpresa cuando leen el plan de negocio, parece como si casi nadie se esperara un plan de negocio que ha pensado en todo, y no solo en poner unas cifras atrayentes para engañar a inversores e instituciones. (Me explico, verdad?)
Aunque en todo este tinglado hay unos momentos en los que no me siento examinado. Esos momentos mágicos que paso con personas que no me conocen de nada, y que me han llamado para que les explique bien el proyecto porque quieren comprar una participación. Si, en realidad esos son momentos mágicos en los que alguna vez llego a dudar de quién tiene más ilusión, esa persona que no me conoce y quiere aportar su granito de arena o yo mismo.
El caso es que así funciona esto: antes de vender cerveza hay que vender las participaciones de la empresa.
Por cierto si estás interesado/a en adquirir alguna participación ponte en contacto conmigo rápidamente, porque esto se está animando…
Nos Vemos. Salud y Bayyana!!